Gabriela Mistral y su aprecio por el pueblo judío

Gabriela Mistral y su aprecio por el pueblo judío

Por Benjamín Fehrmann

Gabriela Mistral (seudónimo de Lucila de María Godoy Alcayaga) fue una poetisa, pedagoga y diplomática chilena. Ganadora del premio Nobel de Literatura en 1945, su nombre resuena en la memoria colectiva de todos los chilenos. Una de sus facetas menos conocidas es la cercanía y admiración que desarrolló por el pueblo judío, pese a no compartir raíces sanguíneas con el.

Lucila nació en Vicuña en 1889, hija de padre profesor y madre costurera. Su niñez destaca por su carácter tranquilo y retraído. Su madre Emelina contrajo matrimonio en 1901 con José de la Cruz Barraza, razón por la cual se muda a La Serena para incorporarse al Curso de Aplicación Anexo a la Escuela Normal de Preceptoras, de la cual fue retirada debido a razones económicas, pasando por varios establecimientos educacionales con resultados infructuosos.

Su ingreso a la docencia se produce en 1903 cuando es aceptada como profesora asistente en la escuela de la Compañía Baja, en las cercanías de la capital regional. Fue Bernardo Ossandón, profesor y miembro de la masonería local quien le facilitó gran cantidad de libros que causaron en la futura poetisa un gran gusto por la escritura. En 1904 apareció un texto en prosa titulado “El perdón de una víctima” en el periodico El Coquimbo de La Serena, el cual sería el inicio de una serie de publicaciones -algunas inusualmente progresistas- que le costarían el rechazo de los sectores ideológicamente conservadores. Sería en este periodo cuando adquiere su característico nombre artístico: Gabriela Mistral.

En 1910 aprueba un exámen de competencia en la Escuela Normal de Niñas de Santiago, que le habilitó como preceptora interina a propiedad del cargo, aquí comenzaría su carrera como docente, destacando incluso como directora de liceos de ciudades como Temuco y Punta Arenas.

En 1922 el gobierno mexicano -a causa de la gran fama ganada por Lucila debido a sus múltiples publicaciones-, la invita a participar de la reforma educacional enfocada en la educación de sectores vulnerables, recibiendo grandes reconocimientos de la nación norteamericana. Aquí se produce su despegue internacional, realizando su primera gira en países como Suiza, Estados Unidos, España, entre otros.

En 1925 el gobierno chileno la destinaría a Francia como parte de un instituto de cooperación intelectual de la Sociedad de Naciones (predecesor de la ONU), luego en 1932 el mismo gobierno la intenta destinar como diplomática en Italia, país que en manos de Benito Mussolini, la rechaza debido a haber manifestado posiciones antifascistas.

En 1934 publicó “Recado sobre los judíos”, denunciando la persecución del pueblo hebreo debido al antisemitismo reinante en Europa. Su estancia en este continente la llevó a entablar amistades con numerosos judíos, relación que se puede evidenciar en la carta que escribe sobre el trágico suicidio de Stefan Zweig y su esposa Lotte Altmann en febrero de 1942 en Brasil y que Gabriela atribuiría a sus comentarios sobre el trágico camino que estaba tomando la guerra en el intento de exterminio de los hebreos.

En junio de 1946 es destinada a Estados Unidos, lugar donde establecería domicilio definitivo en Long Island y en el cual moriría el 10 de enero de 1957 debido a un cáncer de páncreas.

Gabriela Mistral en su última visita a Chile en 1954, fallecería pocos años después (Fuente: Archivo del Escritor. Colección Gabriela Mistral ; ES0001226)

Posterior a su fallecimiento, la comunidad judía chilena acordó plantar un bosque en su memoria en las montañas de Israel, esto se concretó en 1963, con un discurso de la futura primera ministra Golda Meir, quien más tarde entregaría a la Universidad Hebrea de Jerusalén una escultura de la chilena Laura Rodríguez en honor a Gabriela Mistral.

Mensaje de Golda Meir honrando a Gabriela Mistral (Fuente: La Palabra Israelita (Santiago, Chile)– abr. 14, 1989, p. 6.).

Su amor por el pueblo de Israel quedó plasmado en un bello poema, al cual puso el título de “Al pueblo hebreo”:

Raza judía, carne de dolores,

raza judía, río de amargura:

como los cielos y la tierra, dura

y crece aún tu selva de clamores.

Nunca han dejado orearse tus heridas;

nunca han dejado que a sombrear te tienda

para estrujar y renovar tu venda,

más que ninguna rosa enrojecida.

Con tus gemidos se ha arrullado el mundo.

Y juego con las hebras de tu llanto.

Los surcos de tu rostro, que amo tanto,

son cual llagas de sierra de profundos.

Temblando mecen su hijo las mujeres,

temblando siega el hombre su gavilla.

En tu soñar se hincó la pesadilla

y tu palabra es sólo el ¡”miserere”!

Raza judía, y aun te resta pecho

y voz de miel, para alabar tus lares,

y decir el Cantar de los Cantares

con lengua, y labio, y corazón deshechos.

En tu mujer camina aún María.

Sobre tu rostro va el perfil de Cristo;

por las laderas de Sión le han visto

llamarte en vano, cuando muere el día…

Que tu dolor en Dimas le miraba

y Él dijo a Dimas la palabra inmensa

y para ungir sus pies busca la trenza

de Magdalena ¡y la halla ensangrentada!

¡Raza judía, carne de dolores,

raza judía, río de amargura:

como los cielos y la tierra, dura

y crece tu ancha selva de clamores!

Nota: El poema citado de Gabriela Mistral se incluye como parte de su obra en dominio público. Fuente digital: Poeticous.com.

Referencias

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